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Para
descorchar tapones sin romperlos
Este mes queremos hablar sobre los tapones y sobre las disputas entre
partidarios del tapón de corcho tradicional y partidarios del
tapón sintético, considerado
un “mal menor” para combatir el gran problema de los vinos
que ya sea en el restaurante o en casa, traicionan al
consumidor (e indirectamente al productor) con su insoportable
olor de tapón, que impide beber el vino escogido y de
apreciar sus matices organolépticos.
Lo hacemos proponiendo un articulo de fondo del director de “A Tavola” Germano
Pellizzoni,
publicado en el número de abril, y un articulo nuestro sobre
tapones de corcho y tapones sintéticos, publicados en la
misma revista.
Lanzamos de nuevo el problema a los interesados, productores, restauradores,
enólogos, y consumidores finales, esperando suscitar una
discusión constructiva entre las dos partes.
No
solo de corcho
Después de averiguar que las plantaciones de corcho no satisfacen las necesidades mundiales para tapar con
corcho, los productores usan productos de calidad siempre
inferiores. Esto
no es solo para ahorrar, sino también porque no hay
suficiente corcho.
Por este motivo, el
mundo del vino italiano podría llevar una iniciativa muy en línea
con la actual tendencia de protección al medio ambiente en el
que vivimos empujando para la adopción internacional del tapón
de material sintético, y así reservar el corcho para los
vinos de altísima calidad y aligerar la demanda preservando
el patrimonio ambiental que
además es característico del mediterráneo.
No hay espacio suficiente en este articulo para listar los pros y contras de
la elección de un tapón sintético, pero quiero hacer notar
que aumentando el consumo, el precio del tapón sintético,
descendería de forma notable.
Sus dotes técnicos son perfectos para los vinos tintos
y blancos, jóvenes, esos que no deben envejecer.
Es cierto que veremos menos una parte del encanto, el del espectáculo de
descorchar una botella y paradójicamente esperar para
descubrir si el contenido es perfecto.
Seguramente se acercará más el vino a la gente y sobretodo a los jóvenes.
Vivimos en una sociedad en la que los mitos y los ritos
han perdido encanto, sobretodo para los jóvenes.
El vino está lleno de contradicciones: decimos a los jóvenes de beber poco
pero bueno, y les damos una botella de 0,75 que acabaran entre
5 personas bebiendo un vaso cada uno.
Sabemos que no les gustan las cosas difíciles y codificadas, por lo que
proponemos un tapón que debe ser sacado con un instrumento,
explicándoles además que todo se hace según un ritual
preciso.
Germano Pellizzoni
Para
descorchar los tapones sin “nudos”
Después de haber derrotado las protestas por los precios elevados de los
vinos, los concursos de platos elaborados de los chefs
creativos y los platos para un servicio más de trattoria que
de restaurante, el problema de los vinos que saben a corcho,
representa para la mayoría de los restaurantes italianos una
pesadilla y el principal motivo de discusión con los
clientes.
Con
una frecuencia diabólica, (la probabilidad está calculada
entorno al 3 - 5%), también las botellas más preciadas, esas
que deberían ser el momento clave de una noche especial
creada alrededor de una degustación de un vino, acaban por
traicionar las expectativas, revelándose canallescamente en
el momento de la prueba: sabor a corcho..
Cuando el cliente pronuncia la fatídica frase
"camarero, este vino sabe a corcho", no quiebra
solamente la atmósfera, pero el daño como un círculo que se
alarga en el agua,
implica la totalidad de la hilera del vino.
Se anula el encanto, la fidelidad en el productor, se pone en duda su
capacidad de hacer llegar al consumidor final un producto de
altura, con imagen y precio.
También la
credibilidad y la profesionalidad del restaurante se resiente,
porque parece incapaz de
conservar una botella en las condiciones dignas del buen
nombre de la casa y de la suma de la cuenta.
Por muchas excusas y explicaciones que pueda dar el dueño,
somelier atestiguando, la seriedad y la no culpa de la bodega,
el uso de espectaculares y carísimos tapones extra largos de
corcho seleccionadísimo portugués o español, la meticulosa
observación por parte del restaurante, de las mas
sofisticadas técnicas de conservación de los vinos en
bodegas rigurosamente climatizadas, deshumidificadas parecidas
a cámaras asépticas, cuando el tapón traiciona, ya no hay
explicación que valga.
En el restaurante se pude recorrer a la prueba de la
segunda botella (o tercera, o cuarta) pero cuando el sabor a
corcho se manifiesta en casa con una gran botella celosamente
conservada durante años en la bodega y pagado un elevado
precio, se
arriesga de no tener alternativa de altura.
Un problema de verdad grave para los apasionados es
absolutamente planetario, tanto que
Roberto Joseph, importante periodista enológico británico
del mensual Wine y organizador del International Wine
Challenge, uno de los principales concursos enológicos
mundiales, ha creado una web (www.corkwatch.com) dedicada a
este problema y donde todos
los que se han encontrado con el problema del sabor a
corcho pueden explicar su experiencia.
Una solución, seria utilizar tapones de plástico o mejor
dicho, de material sintético.
Los primeros prototipos aparecieron en Francia en 1978
y fueron poco o nada aceptados.
En los últimos años y gracias a los nuevos
materiales, se les está empezando a considerar como una
posible solución. Tanto
que algunas bodegas en California, Australia (también en la
tradicional Europa), han empezado a hacer pruebas y luego a
utilizarlos en algunos vinos.
Gran parte de la producción actual, más de 150.000.000 de tapones sintéticos
al año, contra 25 millardos de tapones de corcho, vienen de
la California,
aunque hay otras empresas en Francia, Suecia, Australia e Italia. Algunos sondeos hechos en USA, revelan que el 34% de los
consumidores están a favor de los materiales sintéticos,
mientras en Francia el corcho es hipotético desde el 1984.En
Italia, aunque falta un sondeo análogo, un estudio hecho por
una importante bodega que ha apostado por el tapón sintético
para una de sus líneas, ha valorado que un 60% de los
consumidores entrevistados, los aceptarían de buen grado si
sirviera para mejorar la calidad del vino
.
El tapón sintético, en todo caso se esparce siempre más y el modelo más
notable, hecho en una empresa californiana es suministrado en
color neutro, o amarillo,
azul, violeta, hoy utilizados al menos para una línea de
vino, de unas 300 bodegas italianas.
Nombres como Ceretto e Braida en Piemonte, Cavalleri e Uberti en
Franciacorta, la Cantina Produttori San Michele Appiano en
Alto Adige, LaVis in Trentino, Masi e Bertani en Valpolicella,
Jermann, Livio Felluga, Venica & Venica, Pierpaolo
Pecorari en Friuli, Avignonesi, Castello di Fonterutoli e
Poliziano en Toscana, Caprai en Umbria, Planeta e Donnafugata
en Sicilia, usan
el sintético y no tienen intención de retornar al monopolio
obligado del corcho.
El tapón sintético va bien, porque tiene un aspecto natural y es
totalmente neutro y no confiere al vino ningún gusto extraño,
no se rompe o desmigaja, no provoca pérdidas, no constituye
un terreno de cultivo para los hongos y el moho, se abre fácilmente
con un sacacorchos normal, no obliga a las bodegas a modificar
sus instalaciones ya existentes, el precio es estable y tiene
unas características inmutables.
Para los opositores, el tapón sintético no consiente ningún tipo de
interacción con el exterior, ese pequeño cambio de aire que
por osmosis atraviesa el tapón de corcho y es útil en el
caso del vino tinto estructurado y longevo para ablandar el
vino haciéndolo evolucionar.
El punto de encuentro que parece delinearse, podría ser
este: tapones sintéticos para vinos que no deben envejecer,
como por ejemplo los blancos. Corcho para
los tintos que se deben conservar en bodega y también para
los blancos y tintos de gama altísima.
Esto para ir en contra de los problemas objetivos del
ecosistema productivo. Basta pensar
que de los 160 millones de “corchos” cultivados en
Portugal, España e Italia, de los cuales se extrae 382.000
toneladas de corcho al año, unas 23 millardos de piezas.
Insostenible, aun si gracias a la Unión Europea está
en proyecto una reforestación masiva (25 millones de nuevas
plantas, 8.000 has. solo en Cerdeña).
Los alcornoques necesitan mucho tiempo para crecer y no
deben ser ”pelados” antes de los 8-10 años, de lo
contrario no darían un producto capaz de satisfacer el
consumidor final con el sabor a corcho. El sintético usado
para todas esas botellas para las cuales el tapón tradicional
no es indispensable, daría un respiro a los cultivos de
corcho, limitando la demanda.
Las mayores objeciones llegan, como previsible, del mundo de la restauración:
rotura del “sacro ritual” del descorche.
Antonio Santini, dueño del restaurante Dal Pescatore di Runate di Canneto
sull’Oglio nel mantovano, tres estrellas Michelín, si bien
tiene una extensa carta de vinos añejos, también tiene lugar para
unos blancos que llevan unos coloradísimos tapones sintéticos,
generalmente bien acogidos por su clientela, y convencido que
debe verificar que el material sintético utilizado no da
sabor al vino, "forma parte de la fascinación del
riesgo y de una cierta coreografía".
Santini opina que el impacto será muy diverso y mayores
las garantías, si el tapón no de corcho, en los vinos de
gama alta, fuera realizado con otros materiales, tipo vidrio o
una cápsula de plata que parecería mas bonita, presentable,
el cierre alternativo.
Piero Alciati, gran sacerdote de la bodega del restaurante
Guido a Costigliole d’Asti, admite que “el problema corcho
enfermo ha asumido ahora dimensiones gigantes”, y que la
presencia en su carta de vinos con tapones sintéticos
testimonian la ausencia de prevención verso el sintético y
la tendencia de la clientela a aceptarlos. Propone “la solución
de compromiso de usar los tapones sintéticos en los
vinos jóvenes y de fácil consumo, dejando los vinos nobles y
de envejecimiento prolongado en botellas con corcho
tradicional”.
No condicionados de ningún modo de los ritos y de los
convencionalismos de la restauración mas blasonada, un
restaurante de base como Gianni Briarava, afortunado dueño de
l’Antica Trattoria alle Rose di Salò sul Lago di Garda y un
gran apasionado de los blancos del friuli, presente en gran
numero en su carta, esta seguramente mas desencantado y es mas
realista.
"En
mi restaurante, – propongo hace algunos años un buen numero
de vinos blancos y tintos de edad que usan tapón sintético,
de diversos tipos, de color o neutros.
No he tenido nunca ningún problema con la clientela,
italiana, alemana, no se han escandalizado nunca porque el tapón
era de silicona en vez de corcho”.
Está
bastante claro que cualquier persona se preguntaría por que
un buen vino que ha salido con sabor a corcho, no fue
embotellado con un tapón sintético que habría evitado una
desagradable sorpresa. A mi modo de ver, el verdadero problema
no son los tapones, sino lo que se encuentra dentro de muchas
botellas, en muchos casos muy inferiores a mis expectativas de
recuperación de eso que he comprado a precio muy caro y
sobretodo del cliente al que algunas guías se lo han
sugerido, quedándose a veces decepcionado por la relación de
calidad-precio.
Franco Ziliani
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